Twitter
es el escenario de una batalla por el control de la opinión pública. Así lo
demuestran los episodios de tecno-censura que constantemente invisibilizan la
crítica política, el millonario gasto en monitoreo, el uso de cuentas
automatizadas para impulsar mensajes de odio (racial, social, de género y, por
supuesto, político), así como la contratación de cuentas de famosos para violar
las leyes electorales.
En
sus primeros años, Twitter se diferenció de las otras plataformas de redes
sociales por ser mucho más dinámica, lúdica, innovadora y ágil, características
que resultaron muy atractivas para un público conformado por adolescentes y
jóvenes adultos. Incluso sus usuarios repetían una distinción generacional: “En
Twitter están tus amigos; en Facebook, tus papás”.
Pronto,
las otras plataformas hicieron adecuaciones para no perder público mientras
éste diversificaba sus gustos y aprendía a operar en varias plataformas de
manera simultánea.
Así,
la estridencia festiva de Twitter prosiguió en un sector de sus usuarios, pero
un creciente volumen de tuiteros se politizó y saltó de los chistes a la
crítica, de la frivolidad a la indignación. Ninel Conde, centro de las
pitorrizas por sus frecuentes tropiezos verbales, fue superada por los
desatinos de la clase política y empresarial.
En
México, como en otras naciones, Twitter se convirtió en termómetro de la
protesta social y en un mecanismo de rápida articulación ciudadana. Esto
provocó una enorme inquietud entre los sectores más conservadores de la
sociedad, la política y los negocios.
Tras
fallidos intentos para “regular” internet y las redes sociales (como lo
proponía, por ejemplo, la Ley Secundaria de Telecomunicaciones, en marzo-abril
de 2014), o para criminalizar las quejas abiertas contra representantes de los
poderes institucionalizados o corporativos, estos poderes parecen haber
decidido que tomarían el control de internet.
Por
un lado, la oficina de la Presidencia emprendió un monitoreo minucioso.
Contrató al menos seis empresas especializadas que vigilan las 24 horas qué se
dice en Twitter y elaboran tres reportes diariamente. La revista Emeequis tuvo
acceso a estos reportes y elaboró un espléndido reportaje con base en los
informes preparados el último trimestre de 2014 [http://www.m-x.com.mx/2015-05-31/reporteemergente-ayotzinapa-int/].
[En
ese sentido, hoy apenas empezamos a conocer algunos detalles de la contratación
de la empresa italiana Hacking Team por parte del Cisen, la Defensa Nacional,
la Marina, la PGR, la Policía Federal y los gobiernos del DF, Estado de México,
Puebla, Durango, Querétaro, Campeche, Baja California, Tamaulipas y Yucatán.
Esta empresa desarrolla software para espionaje y suele trabajar para gobiernos
que violan los derechos humanos; se le ha asociado con represión a grupos
disidentes y periodistas en varias partes del mundo.]
Por
otro lado, y ante una opinión pública cada vez más crítica en Twitter, un
regimiento de cuentas automatizadas comenzó a atacar hasta invisibilizar las
críticas al gobierno. Además, ha impulsado temas oficialistas, como echar
porras al ejército y a la policía federal, e incluso invitó de manera ilegal a
votar por el Partido Verde durante la pasada jornada electoral [ver:
http://www.sinembargo.mx/29-06-2015/1393848].
Ayotzinapa
y la Casa Blanca de Las Lomas fueron temas que tuvieron al gobierno federal
contra la pared por varios meses, al grado que el impaciente sector empresarial
le exigió salir de su parálisis. Lo que siguió fue un ajuste en las estrategias
para Twitter a fin de hacer más rápida e intensa la respuesta de cuentas
automatizadas; incluso ahora realiza acciones preventivas, cuestionando y
descalificando mensajes que considera potencialmente virales.
La
batalla en Twitter es crucial. Es, hoy mismo, uno de los termómetros más agudos
de la opinión pública en México.
En
Estados Unidos Twitter ocupa la quinta posición (detrás de Facebook, Linkedin,
Pinterest e Instagram), con una penetración entre usuarios de redes sociales de
19%, según la encuesta de 2014 efectuada por Pew Research Center. En México la
situación es muy distinta: ocupa el segundo sitio, detrás de Facebook, con una
penetración de 92%, según la Asociación Mexicana de Internet (Amipci).
Fueron
los usuarios mexicanos quienes hicieron de Twitter un espacio privilegiado de
crítica social y política, de transmisión de información y articulación de
ideas. Todo eso podría perderse muy rápidamente. Dependerá de la respuesta que
den los propios usuarios, de su voluntad y determinación para defender lo
construido.
[
Gerardo Moncada ]
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