En un artículo recién publicado por The
Washington Post se plantea que el comportamiento hostil en internet se está
convirtiendo en una práctica popular, incluso aplaudida y demandada por los
cibernautas y por los anunciantes que contratan espacios en sitios web.
La autora del artículo es Ellen Pao,
hasta hace poco editora del blog en Reddit, un sitio web de alta interacción
pública donde los lectores votan y comentan lo contenidos, muchos de los cuales
son propuestos por los propios usuarios. Pao refiere haber sido víctima de un
linchamiento virtual cuando intentó establecer una serie de códigos de convivencia
eliminando los comentarios hostiles. Pao deja entrever que los propio
anunciantes condicionan sus contratos a la exhibición de bajas conductas:
racismo, bullying, acoso, sexismo...
[Ver artículo en:
https://www.washingtonpost.com/opinions/we-cannot-let-the-internet-trolls-win/2015/07/16/91b1a2d2-2b17-11e5-bd33-395c05608059_story.html
]
En México se aprecia la promoción de
estas conductas, pero no tanto con fines comerciales sino para ejercer el
control social y político, para acallar a las voces disidentes y críticas.
Los ejércitos (o granjas) de bots que
operan en redes sociales interviene masivamente para degradar conversaciones,
romper enlaces grupales e incluso intimidar a figuras.
De manera intuitiva, los cibernautas
han aprendido a defenderse: Por ejemplo, la activista política @TuiteraMx nos
comenta: “He sido atacada por trolls cientos de veces. Al principio les
respondía y me tiraban la cuenta. Ahora ya no les contesto”.
También con indiferencia les responde
@alconsumidor: “A los bots ocasionales de plano los ignoro. Por fortuna, esa
estrategia me ha funcionado”.
El tema de Ayotzinapa propició el
activismo de la comunidad artística, que pronto comenzó a recibir amenazas. @SandraAH83
relata: “Me han atacado varias veces directamente, pero son las menos. Lo que
he notado es que ahora te siguen cuentas que son evidentemente falsas y que en
el nombre llevan un número o serie de números al final. Algunas son en
apariencia anti gobierno, pero son falsas y creo que es una estrategia de
intimidación. Yo al principio los bloqueaba (varias cuentas al día). Ahora sólo
las ignoro y las dejo si me quieren seguir”.
Como es de suponer, @Omarel44, el
vocero de los normalistas, es uno de los principales blancos: “Sí me ha
ocurrido, me hackearon el Face. Tuve que pedir ayuda”.
Una activista enfocada en temas de
urbanismo es @JosefinaMacG: “He sido atacada poco y más bien con amenazas de
tipo familiar. Yo de plano los bloqueo”.
A esa decisión llegó también
@epigmenioibarra: “En principio daba RT a los trolls para poner en evidencia su
miseria ideológica y su violencia. El problema de esa estrategia, que exhibían
su manera de proceder y su actuación en manada, es que seguidorxs míos se metían
en debates peligrosos y terminaban amenazados. Ahora simplemente les doy Block
y cuando me amenazan de muerte y son excesivamente procaces los reportó.
Twitter ha respondido muy bien a esos reportes. Llevamos, por otro lado, un
registro de los más violentos. Hace unos dos meses que no sufro ataques de
consideración. Antes actuaban en manada, ahora están muy silenciosos, sobre
todo los más violentos, esos que amenazaban de muerte y que en su perfil tienen
fotos con armas. No denuncio las amenazas. A puro block me voy”.
Muy parecida es la estrategia de
@rcanudasg: “Cuando han sido sumamente groseros, los reporto y bloqueo. En
pocas ocasiones (no sé cuantas, pero seguro no más de cuatro) he podido
'dialogar' con ellos haciendo mis reflexiones. Por ejemplo, hace uno o dos
meses alguien respondió uno de mis tuits sobre la ABC en el sentido de que
Margarita Zavala aunque fuese primera dama, no podía haber hecho nada, porque
las leyes del IMSS tenían que respetarse. Tuvimos un intercambio relativamente
largo, hasta que dejó de molestar. No tuve que bloquearlo y ya ni me acuerdo
quien fue“.
La activista social @lolareinadelsur
relata: “Cuando empecé a apoyar la causa del periodista Pedro Canché, la
primera vez que escribí un tuit al gobernador de Quintana Roo, Beto Borge, en
menos de un minuto me llegó un millón de tuits diciéndome, ya sabes, que era
una pen..., que dejara de chin... y etcétera. ¿Qué hice? Realmente nada, ignoré
todo y seguí. Creo que esa fue la única vez que recibí un ataque en masa Lo
único que lamento de estos bots, ataques o trolls, es que ¡nosotros los
pagamos!... Últimamente, la mayoría de mis nuevos seguidores no escriben tuits
y nadie los sigue. Quizá eso lo usen después para pedir "en masa" que
Twitter me bloquee. He recibido amenazas, pero en mi celular; ahora, si veo un
número que no conozco, ya ni contesto”.
En marzo de 2015, la investigadora
académica y activista @rossanareguillo, miembro de la Academia Mexicana de la
Ciencia e integrante del Sistema Nacional de Investigadores, recibió mensajes
intimidatorios por Twitter. La investigadora respondió con valentía y dignidad:
“#SinMiedo Podrán intentar silenciar nuestra voz, intentarán amenazas,
insultos. Somos muchas y estamos #HastaLaMadre“.
Respecto a este caso, el abogado y
activista @roblesmaloof comenta: “Trabajé con ella la estrategia de protección
y defensa legal, y tenemos un proyecto, con el apoyo de Web We Want, para
aprender lecciones y mejorar la seguridad de activistas y periodistas. Lo
hacemos desde @enjambredigital”.
A prueba y error, la sociedad está
aprendiendo a defender un invaluable derecho: el ejercicio de la libertad de
expresión.
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